Columna de opinión
Algo anda mal en la agricultura nacional
Columna de opinión escrita por el profesor Sergio Arancibia, para el diario El Mostrador De seguir adelante con este proceso de declive de la actividad agrícola, sus consecuencias sociales, laborales y productivas podrían llegar a ser de mayor consideración que la situación de Huachipato, y un país que no se preocupa mucho de lo que sucede en el campo, tendría que empezar a hacerlo. En el año 2023, el crecimiento total del PIB nacional terminó siendo de un 0.2 %, lo cual –aun siendo una cifra bastante modesta– causó alegría y tranquilidad en los círculos económicos del país, sobre todo en los círculos gubernamentales. Pero en ese contexto, el sector silvoagropecuario destacó como uno de los pocos que presentó un crecimiento negativo de -1.8%. De los 15 sectores en que el Banco Central divide para fines estadísticos a la actividad económica nacional, solo 3 de ellos presentaron tasas negativas de crecimiento, siendo la agricultura una de ellas. En el año 2022, a su vez, en condiciones que el PIB del conjunto del país creció a un 2.4%, la agricultura lo hizo modestamente en un 0.1 %, lo cual es casi una señal de estancamiento. Podríamos mencionar varias hipótesis que se pueden levantar como las más plausibles para explicar esta mala situación de la producción agrícola. En primer lugar, una situación que afecta en forma sustantiva a toda a la agricultura nacional es el problema de la sequía, que aun cuando no tiene una tendencia sostenida de agravamiento, se mantiene ya desde hace varios años en situaciones de menor disponibilidad de agua que en épocas pasadas y no muy lejanas. La sequía no afecta por igual a todas las regiones del país, pero tiene incidencia directa sobre la producción de las zonas de mayor vocación agrícola. También cabe destacar, en lo que respecta al factor tierra, que la cantidad de esta que se destina anualmente a uso agrícola ha enfrentado un declive manifiesto a lo largo del año 2023 y también en años anteriores. En la temporada...
Soberanía para la seguridad alimentaria
Reflexiones desde la Cátedra de Agricultura Campesina y Alimentación ante el proceso que está conduciendo la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias En los 200 años de historia de nuestro país, diversas han sido las políticas agrícolas y alimentarias implementadas. Poder alimentar a toda la niñez, el medio litro de leche, desarrollar huertos obreros familiares, darle tierras a inquilinos, de querer ser potencia agroalimentaria, entre muchas más. En el camino, han habido muchos avances tecnológicos, que se han insertado en nuestro día a día. En la agricultura, existe maquinaria agrícola capaz de hacer en menor tiempo lo que podría hacer un agricultor con su yunta de bueyes. Pero también han surgido problemas sociales y ambientales. El cambio climático, la sequía, la disminución de la biodiversidad, la inseguridad alimentaria, el aumento del precio de los alimentos, la disminución del mundo campesino, además de la pandemia iniciada el 2020 y la crisis de Ucrania con Rusia, dan cuenta problemas que nos urge repensar. Pensar en los aciertos y errores que hemos ido cometiendo en el tiempo. Con ánimos de reflexionar y transformar los sistemas alimentarios a unos más sostenibles, saludables, justos, centrados en los derechos de las personas y considerando la alimentación como un derecho humano; en el cuidado del ecosistemas y en la protección de la biodiversidad; entre otros, es que el gobierno, mediante la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA) del Ministerio de Agricultura, conformó la Comisión Nacional de Seguridad y Soberanía Alimentaria. En ella participan representantes del sector privado, público, organizaciones de la sociedad civil, organismos internacionales e instituciones académicas. Su gran objetivo es identificar medidas de corto, mediano y largo plazo que garanticen el acceso de alimentos de calidad a la población. Integrantes de nuestra Cátedra de Agricultura Campesina y Alimentación han participado en las instancias generadas,...
Manifiesto de la Cátedra de Agricultura Campesina y Alimentación
Compartimos con ustedes nuestro manifiesto, la cual indica hacia donde apuntamos como Cátedra. Lo hacemos público este 28 de julio en celebración y conmemoración por el día de las campesinas y campesinos en Chile. Durante el primer semestre de 2021, en plena pandemia y crisis social y política en Chile, se funda la Cátedra de Agricultura Campesina y Alimentación, un espacio de investigación-acción, docencia y extensión, basado en principios interdisciplinarios propiciados por la Universidad de Chile, donde participan organizaciones sociales e instituciones internacionales. Se trata de un espacio abierto para repensar la relación que queremos establecer entre alimentación, salud, entorno social, natural, cultural y político. Esta Cátedra surge en pleno proceso constituyente en Chile y en el decenio de la Agricultura Campesina, porque se hace necesario propiciar acciones-reflexiones que inviten a comprender y transformar el sistema agroalimentario: Chile necesita con urgencia un sistema equitativo, sostenible, inclusivo y digno. Este espacio se funda para dialogar entre academia y organizaciones de la sociedad civil, organizaciones sociales, instituciones relacionadas con el mundo de la agricultura y la alimentación, y personas interesadas en el mundo rural, la salud y alimentación y la soberanía alimentaria. Es una plataforma de trabajo para empezar a levantar una voz desde la Universidad –desde el diálogo crítico e interdisciplinario- para y con la sociedad. Queremos contribuir a la alimentación sostenible de la población y creemos que la Soberanía Alimentaria es un camino para la construcción de un mundo más diverso y biodiverso. Esta propuesta política considera distintos elementos vinculados a la cadena alimentaria, desde la producción hasta el consumo, tales como la protección del agua, la tierra, las semillas y los ecosistemas, el respeto a las comunidades asociadas a la producción de alimentos, así como el desarrollo de mercado locales y de...